La partida de «El Manco de Agudo»

l Manco de Agudo. Fuente: https://www.publico.es/actualidad/tierra-escondia-historia-del-manco.html

Aunque el 1 de abril de 1939 el general Francisco Franco daba por terminada la Guerra Civil, la paz estuvo muy lejos de llegar al país. La fuerte represión supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de la provincia de Ciudad Real, al igual que ocurrió en el resto de España. 

Aunque fueron numerosas las partidas que surgieron en este tiempo, pocas fueron relevantes. En noviembre de 1940 inició su andadura en la sierra José Méndez Jaramago “El Manco de Agudo”, cuyo radio de acción se situó principalmente en las sierras de Ciudad Real, aunque también actuó en las provincias de Toledo, Cáceres y Badajoz. Se echó al monte el 4 de noviembre de 1940 junto a su padre José Méndez Carrasco, de 66 años, y sus hermanos Asunción, Antonio y Manuel ante el temor de ser detenidos acusados de colaboradores con los de la sierra. A ellos se unieron Manuel Camacho Rubio “Recoba”, Víctor Roque Sánchez “Miguelete”, entre otros. 

El 19 de febrero de 1941, en una emboscada que se produjo en Garganta de Mogares, cerca de Puebla de Don Rodrigo, fueron abatidos cinco huidos de la partida de “El Manco”, traicionados por su enlace Amalio Cuadrado, un cazador furtivo de ideología republicana. La venganza llegó el 17 de agosto de 1946, cuando en las proximidades de Puebla de Don Rodrigo los guerrilleros dieron muerte a Casiano Pedraza Zumajo, de 66 años, jornalero de profesión, suegro de Amalio y partícipe de su doble juego. 

Autora: LPG

La partida de «El Manzanero»

José Manzanero Marín y su familia. Fuente: MORENO GÓMEZ, Francisco, La resistencia armada contra Franco. Tragedia del maquis y la guerrilla. El Centro-Sur de España: de Madrid al Guadalquivir, Barcelona, Crítica, 2001.

La fuerte represión que tuvo lugar al término de la Guerra Civil supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de la provincia de Toledo, al igual que ocurrió en el resto de España. A ellos se unieron huidos de las cárceles franquistas, que fueron formando, hasta 1944, pequeñas partidas que actuaban con independencia y sin organización política.

Aunque fueron numerosas las partidas que surgieron en este tiempo, pocas fueron relevantes. Un destacado huido que se ocultó en los Montes de Toledo fue el militante comunista José Manzanero Marín “El Manzanero”, nacido en la Villa de Don Fadrique y huido de la cárcel un día antes de ser fusilado, el 10 de noviembre de 1939. Conformó una primera partida de huidos junto a Julián Muñoz, los cuatro huidos de Menasalbas –“Trascanta”, “Mariblanca”, “El Sargento” y “Margallo”- y “El Arricusqui”, dando lugar a la Agrupación Guerrillera de los Montes de Toledo, Ciudad Real y Badajoz que, a pesar de contar con destacados guerrilleros y de operar en una zona muy montañosa, tuvo escasa actividad en 1945. 

Tras contactar con el PCE de Madrid y reunirse con Agustín Zoroa Sánchez “Darío” en la sierra de Los Yébenes, este les reconoció la falta de medios para la lucha guerrillera, por lo que a finales de 1945 los miembros de esta agrupación decidieron disolverse en los Montes de Mora, convencidos de que estaban abandonados a su suerte. A partir de este momento, el objetivo fue alcanzar la frontera francesa. José Manzanero Marín lo conseguiría el 18 de septiembre de 1949 junto a su compañera y enlace de guerrilla Dionisia Castillo, tras pasar cuatro años escondido en su pueblo natal, La Villa de Don Fadrique.

Autora: LPG

Para saber más sobre la guerrilla antifranquista

La partida de «El Rubio de Navahermosa»

“El Rubio de Navahermosa” y su familia. Fuente: DÍAZ DÍAZ, Benito (coord.), La guerrilla en Castilla-La Mancha, Ciudad Real, Almud, ediciones de Castilla-La Mancha, Biblioteca Añil, 2004.

Aunque el 1 de abril de 1939 el general Francisco Franco daba por terminada la Guerra Civil, la paz estuvo muy lejos de llegar al país. La fuerte represión supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de la provincia de Toledo, al igual que ocurrió en el resto de España. A ellos se unieron huidos de las cárceles franquistas, que fueron formando, hasta 1944, pequeñas partidas que actuaban con independencia, sin organización política y, en un primer momento, por pura supervivencia. Sus principales actuaciones se centraron en el robo en casas de campo para proveerse de alimentos, dinero y armas y, en ocasiones, secuestraron a personas adineradas para cobrar el rescate y comprar determinados productos a sus enlaces.

Aunque fueron numerosas las partidas que surgieron en este tiempo, pocas fueron relevantes. Destaca la partida formada en las sierras toledanas por Eugenio Sánchez-Gabriel Esteban-Manzanares “El Rubio de Navahermosa”, que había sido presidente del Comité Revolucionario durante la Guerra Civil en su pueblo y, al no poder huir a Francia en marzo de 1939, se ocultó en la sierra. Conformó una partida con más hombres huidos de las cárceles franquistas, como Valentín Gil Valiente “El Chato de la Puebla”, Sotero Muñoz Lorente “Francisquillo”, Ramón López Delgado “Patala” y Atilano Fernández Lorente “El Beato”. Su principal radio de acción fueron las localidades cercanas a Navahermosa y el pueblo de Hontanar.

Autora: LPG

Fosa común en Calera y Chozas

Detalle de la fosa. Fuente: ESCOBAR REQUENA, Ana; LLAVE MUÑOZ, Sergio de la; PACHECO JIMÉNEZ, César, “Exhumación de fosas comunes de la Guerra Civil en Calera y Chozas (Toledo). Resultados preliminares” Glyphos: Revista de Arqueología, 1, pp. 8-21, 2012, recuperado de: https://www.academia.edu/2136558/Exhumaci%C3%B3n_de_fosas_comunes_de_la_guerra_civil_en_Calera_y_Chozas_Toledo_Resultados_Preliminares

Durante el verano de 2012 empezaron los trabajos de exhumación gracias al trabajo de la Asociación de Familiares de Republicanos Desaparecidos (AFAREDES) y la promoción de familiares de los represaliados en Calera y Chozas de las múltiples fosas que se encontraban en el camino al cementerio de la localidad. Los trabajos estuvieron coordinados por César Pacheco Jiménez y fruto de éstos se pudo exhumar en torno a 28 personas, que habían sido allí enterradas en diversas franjas de tamaños variados dispuestas en todo el camino. El 10 de febrero del año siguiente se realizó un acto homenaje a las víctimas y fueron enterradas de forma conjunta en una tumba-homenaje. Los datos en porcentaje de la represión en Calera y Chozas son abrumadores: el 3,2% de su población total fue asesinada, lo que corresponde en torno a un 10% de la población activa de la localidad.

Toledo supone la segunda provincia de Castilla-La Mancha con mayor número de fosas comunes registrada en el Mapa de Fosas, aunque con los datos conocidos gracias a las investigaciones del equipo de Mapas de la Memoria de la UNED pasaría al tercer puesto. Existen 49 fosas en 32 localidades diferentes. Aparecen 16 fosas no intervenidas, 2 no intervenidas, pero dignificadas, 4 exhumadas parcialmente y una que además ha sido dignificada, 12 exhumadas totalmente (aunque la mayoría no ha sido de forma científica y en muchos casos solo un traslado al osario) y una dignificada; 2 han desaparecido y, por último, 11 han sido trasladadas al Valle de Cuelgamuros, antes denominado Valle de los Caídos. Más del 55% de las fosas no han sido intervenidas o han sido trasladadas al Valle de Cuelgamuros. Las cifras de la represión franquista en Toledo siguen sin estar claras, pero los estudios de la última década se acercan cada vez más en torno a las 5000, siendo la razia la forma principal forma de represión durante el conocido como “primer terror”.

Autor: RAL

Fosa común en Alcaudete de la Jara

Entierro en Alcaudete. http://www.cartagenamemoriahistorica.com/2012/05/alcanizo-toledo-entierro-y-homenaje-de_20.html.

La fosa de Alcudete de la Jara se encontraba en la carretera de Alcaudete a Calera y Chozas, a poco más de 3km, en el paraje de “La Pradera Baja de Santa Teresa». A finales de mayo de 2010 se inició la exhumación de las dos fosas que la formaban. Se recuperaron 28 cuerpos, 10 en la primera zanja y 18 en la otra. Las víctimas eran hombres de entre 17 y 55 años, todos fusilados el 25 de abril de 1939. Después de ser asesinados, los cuerpos fueron tirados a una trinchera. Las labores de exhumación se realizaron  gracias al trabajo de la asociación de familiares y a los datos otorgados por el hijo del que había sido el presunto promotor de los asesinatos, el jefe de la Guardia Civil de la época, Bernardo Gómez Arroyo. Los trabajos se realizaron gracias a una subvención de 25.000€, pero se decidió no realizar pruebas de ADN a los restos debido a la complicación en tiempo y dinero que suponía y los vecinos allí hallados fueron enterrados de forma conjunta. 

Toledo supone la segunda provincia de Castilla-La Mancha con mayor número de fosas comunes registrada en el Mapa de Fosas, aunque con los datos conocidos gracias a las investigaciones del equipo de Mapas de la Memoria de la UNED pasaría al tercer puesto. Existen 49 fosas en 32 localidades diferentes. Aparecen 16 fosas no intervenidas, 2 no intervenidas, pero dignificadas, 4 exhumadas parcialmente y una que además ha sido dignificada, 12 exhumadas totalmente (aunque la mayoría no ha sido de forma científica y en muchos casos solo un traslado al osario) y una dignificada; 2 han desaparecido y, por último, 11 han sido trasladas al Valle de Cuelgamuros, antes denominado Valle de los Caídos. Más del 55% de las fosas no han sido intervenidas o han sido trasladas al Valle de Cuelgamuros. Las cifras de la represión franquista en Toledo siguen sin estar claras, pero los estudios de la última década se acercan cada vez más en torno a las 5000, siendo la razia la forma principal forma de represión durante el conocido como “primer terror”.

Autor: RAL

 

Fosa común en la Huerta de Tomás Alegría, Alcañizo

Placa conmemorativa en recuerdo a los asesinados en la localidad. http://www.cartagenamemoriahistorica.com/2012/05/alcanizo-toledo-entierro-y-homenaje-de_20.html

En mayo de 2008 se llevó a cabo la exhumación de la fosa en la Huerta de Tomás Alegría, a las afueras de Alcañizo, a poco más de 20 metros del actual punto kilométrico TO-7141l. En ella se buscaban los restos de cinco jornaleros asesinados. En esta exhumación se recuperaron los restos de 3 de ellos, pero no fue hasta 2012 que se les pudo dar entierro digno. De forma previa, el ayuntamiento del PSOE había cedido una tumba para los restos siempre que no se hiciese mención explícita a las condiciones de su asesinato. Sin embargo, en 2011 se realizó el entierro homenaje gracias a la lucha de Foros por la Memoria Toledo.

Toledo supone la segunda provincia de Castilla-La Mancha con mayor número de fosas comunes registrada en el Mapa de Fosas, aunque con los datos conocidos gracias a las investigaciones del equipo de Mapas de la Memoria de la UNED pasaría al tercer puesto. Existen 49 fosas en 32 localidades diferentes. Aparecen 16 fosas no intervenidas, 2 no intervenidas, pero dignificadas, 4 exhumadas parcialmente y una que además ha sido dignificada, 12 exhumadas totalmente (aunque la mayoría no ha sido de forma científica y en muchos casos solo un traslado al osario) y una dignificada; 2 han desaparecido y, por último, 11 han sido trasladadas al Valle de Cuelgamuros, antes denominado Valle de los Caídos. Más del 55% de las fosas no han sido intervenidas o han sido trasladadas al Valle de Cuelgamuros. Las cifras de la represión franquista en Toledo siguen sin estar claras, pero los estudios de la última década se acercan cada vez más en torno a las 5000, siendo la razia la forma principal forma de represión durante el conocido como “primer terror”.

Autor: RAL

Fosas comunes en la provincia de Toledo

Toledo supone la segunda provincia de Castilla-La Mancha con mayor número de fosas comunes registrada en el Mapa de Fosas, aunque con los datos conocidos gracias a las investigaciones del equipo de Mapas de la Memoria de la UNED pasaría al tercer puesto. El Mapa registra 49 fosas en 32 localidades diferentes, de las cuales 16 no han sido intervenidas; 2 no han sido intervenidas pero sí dignificadas; 4 han sido exhumadas parcialmente y una exhumada y además ha sido dignificada; 12 han sido exhumadas totalmente (aunque la mayoría de estas exhumaciones no se llevaron a cabo de forma científica y en muchos casos han consistido en un mero traslado al osario;  una ha sido dignificada; 2 han desaparecido y, por último, 11 han sido trasladas al Valle de los Caídos. Así, más del 55% de las fosas no han sido intervenidas o fueron trasladadas durante la dictadura a este monumento.

Las cifras de la represión franquista en Toledo siguen sin estar claras, pero los estudios de la última década se acercan cada vez más a la cifra de 5000 represaliados, siendo la razia la forma principal forma de represión durante el conocido como “primer terror”. La actitud de los gobiernos locales y de los ciudadanos difiere según la región, pero, en líneas generales encontramos políticas de olvido abiertas o veladas a pesar de la lucha de asociaciones memorísticas y de familiares. Destaca en este caso la actitud del Ayuntamiento de Oropesa ante la fosa de la localidad: el alcalde decidió en 2014 reconvertir la zona del cementerio viejo, donde se encuentra una fosa común,  y afirmó que aunque se encontrasen restos humanos durante los trabajos no se iba a erigir un monumento a los represaliados porque hubo “locuras en ambos bandos”. A pesar de estos casos el trabajo por la recuperación de la memoria en la provincia sigue vivo, destacando exhumaciones recientes como la de la fosa de Recas, o las programadas para el futuro próximo como en Tembleque.

Autor: RAL

Fosas comunes de Castilla-La Mancha trasladadas al Valle de los Caídos

Valle de los caídos. Wikimedia

El Valle de los Caídos es el monumento franquista más visible, la muestra más clara de la pervivencia de la materialidad de la dictadura en la España democrática. Su construcción se inició al fin de la guerra y, aunque debería haberse terminado en el curso de un año, no fue concluido hasta 1959. Aunque en principio se planteó como monumento «a los Caídos por Dios y por la Patria» y por tanto destinado a albergar y ensalzar solamente a las víctimas del bando sublevado durante la contienda, finalmente se decidió que compartieran el espacio con aquellos que habían permanecido leales a la República, con al pretensión de convertir al monumento en uno dedicado a la «concordia». Así,  múltiples fosas fueron trasladadas al Valle durante la dictadura, para enterrar allí a víctimas pertenecientes a uno y otro bando. Muchos de estos traslados fueron llevados a cabo sin la autorización de los familiares.

Del total de 180 fosas que se localizan en Castilla-La Mancha, 35 de ellas han sido trasladados al Valle de los Caídos, el segundo estado más habitual entre las fosas de la Comunidad después de las no intervenidas (84), lo que supone casi un 20%. Este porcentaje varía según la provincia específica: Albacete es la provincia con mayor porcentaje supone casi el 32% (7 de 22 fosas), seguido por Guadalajara con casi el 31% (4 de 13), mientras que en Toledo poco más del 22% lo son (11 de 49); en Ciudad Real el porcentaje es algo superior al 12% (7 de 57) y en Cuenca supone el 12% (6 de 50).

A pesar de contar con los datos del Ministerio de Presidencia, no existe ningún estudio específico sobre la situación, origen e interés familiar y personal de los trasladados al Valle de los Caídos en lo que respecta a Castilla-La Mancha, aunque tampoco se ha dedicado una atención suficiente a este tema a nivel nacional. 

Autor: RAL

Fosa común en La Toba

Tumba de Severiano en La Toba. Foto de Sandra Beldad Colado

El mapa de las fosas comunes del Ministerio muestra en Guadalajara la presencia de 11 fosas comunes, pero la asociación Foro por la Memoria Histórica de Guadalajara remarca la falta de numerosas fosas en el mismo. Guadalajara es un caso anecdótico de la falta de estudios de localización y trabajos de exhumación, visible en los datos disponibles en dicho mapa. Desde 2005 solo se han exhumado fosas en 4 localidades: Cincovillas, Abanades, La Toba, y Guadalajara capital, esta  última exhumada solo de forma parcial. A ello se le suma el olvido intencionado por instituciones en localidades como Sigüenza. Todo ello genera un amplio desconocimiento en las fosas de la provincia.

El 8 de agosto de 2011, tras cuatro días de excavaciones, se recuperaron en La Toba los restos de Severiano Clemente González gracias a los trabajos de diferentes voluntarios y profesionales de Foros por la Memoria. Severiano Clemente González era panadero natural del pueblo alcarreño de Medranda. Fue asesinado en noviembre de 1936 por requetés (organización paramilitar carlista creada a inicios del siglo XX y que participó en la Guerra Civil con más de 60000 combatientes voluntarios). Tras su recuperación, los restos fueron llevados a Barcelona para su identificación y, posteriormente, a su pueblo natal  para ser exhumado en el cementerio local con dignidad, acompañado por familiares y vecinos. De este proceso se hizo un documental en memoria del panadero que permite vislumbrar el trabajo detrás de las exhumaciones.

Autor: RAL

Fosa común de Sigüenza, trasladada al Valle de Cuelgamuros

Valle de los caídos. Wikimedia

El Mapa Estatal de Fosas muestra en Guadalajara la presencia de 12 fosas comunes, pero la asociación Foro por la Memoria Histórica de Guadalajara remarca la falta de numerosas fosas en el mismo. Guadalajara es un caso anecdótico de la falta de estudios de localización y trabajos de exhumación, visible en los datos disponibles en el mapa: Desde 2006, solo se han exhumado fosas en 4 localidades: Cincovillas, Abánades, La Toba, y Guadalajara capital, esta exhumada solo de forma parcial. A ello se le suma el olvido intencionado por instituciones en localidades como Sigüenza. La falta de estudios y el olvido intencionado generan un amplio desconocimiento en las fosas de la provincia.

A la falta de investigaciones en las fosas, se le añade que buena parte de las localizadas han sido trasladadas al Valle de Cuelgamuros -antes denominado Valle de los Caídos- entre 1959 y 1962, con la excepción de la fosa Luzón, trasladada en 1975. El Valle de Cuelgamuros es el monumento franquista más visible, la muestra más clara de la pervivencia de la materialidad franquista en la España democrática. Su construcción se inició al fin de la guerra y, aunque debería haberse terminado en el curso de un año, fue concluido en 1959. En principio se planteó como monumento a los «Caídos por Dios y por la Patria», como otros tantos monumentos y conmemoraciones de la primera parte de la posguerra, pero cuando se finalizó su construcción la estrategia propagandística del régimen se había modificado y se prefirió mostrar al monumento como un símbolo de la “concordia”, por lo que se trasladaron a éste cadáveres de los dos bandos. La mayor parte de las víctimas de la represión franquista que se trasladaron al Valle de Cuelgamuros fueron llevadas sin consentimiento de los familiares.

Este es el caso de la fosa de Sigüenza, vinculada con la batalla que se desarrolló en la localidad y que contaba con más de 200 cuerpos, todos trasladados al Valle de Cuelgamuros entre 1959 y 1962.

Autor: RAL