Aunque el 1 de abril de 1939 el general Francisco Franco daba por terminada la Guerra Civil, la paz estuvo muy lejos de llegar al país. La fuerte represión supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de la provincia de Toledo, al igual que ocurrió en el resto de España. A ellos se unieron huidos de las cárceles franquistas, que fueron formando, hasta 1944, pequeñas partidas que actuaban con independencia, sin organización política y, en un primer momento, por pura supervivencia. Sus principales actuaciones se centraron en el robo en casas de campo para proveerse de alimentos, dinero y armas y, en ocasiones, secuestraron a personas adineradas para cobrar el rescate y comprar determinados productos a sus enlaces.
Aunque fueron numerosas las partidas que surgieron en este tiempo, pocas fueron relevantes. Destaca la partida formada en las sierras toledanas por Eugenio Sánchez-Gabriel Esteban-Manzanares “El Rubio de Navahermosa”, que había sido presidente del Comité Revolucionario durante la Guerra Civil en su pueblo y, al no poder huir a Francia en marzo de 1939, se ocultó en la sierra. Conformó una partida con más hombres huidos de las cárceles franquistas, como Valentín Gil Valiente “El Chato de la Puebla”, Sotero Muñoz Lorente “Francisquillo”, Ramón López Delgado “Patala” y Atilano Fernández Lorente “El Beato”. Su principal radio de acción fueron las localidades cercanas a Navahermosa y el pueblo de Hontanar.
Autora: LPG