Los primeros huidos en los Montes de Toledo

Contrapartida de la Guardia Civil en los Montes de Toledo. Fuente: AGUADO SÁNCHEZ, Francisco, El maquis en España: su historia, Madrid, Librería Editorial San Martín, 1975.

Aunque el 1 de abril de 1939 el general Francisco Franco daba por terminada la Guerra Civil, la paz estuvo muy lejos de llegar al país. La fuerte represión supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de los Montes de Toledo, al igual que ocurrió en el resto de España. A ellos se unieron huidos de las cárceles franquistas, que fueron formando, hasta 1944, pequeñas partidas que actuaban con independencia, sin organización política y, en un primer momento, por pura supervivencia. Sus principales actuaciones se centraron en el robo en casas de campo para proveerse de alimentos, dinero y armas y, en ocasiones, secuestraron a personas adineradas para cobrar el rescate y comprar determinados productos a sus enlaces. 

Entre estos primeros soldados republicanos que se refugiaron en los Montes de Toledo se encuentran Maximiliano Mateo Fernández, Anastasio Rubio Aguado, Jesús Serrano Gómez, etc. Pronto fueron detenidos o muertos, traicionados por sus estrechos colaboradores o en las batidas que la Guardia Civil realizaba por la sierra. En los montes cercanos a Los Yébenes (Toledo) lograron sobrevivir los cuatro hombres de Menasalbas: Domingo Mariblanca García-Díaz “Mariblanca”, Benigno Escobar Gutiérrez “Trascanta”, Modesto Sánchez Ramírez “El Aceitero” y Saturnino Gómez Muñoz “Margallo”, en busca y captura por “asesinatos en el tiempo rojo”. 

Estos huidos del primer periodo comenzarán a reorganizarse y, desde finales de 1944, nace la lucha guerrilla como tal, en el momento en que el PCE comienza a organizar a las partidas de guerrilleros como un ejército para luchar abiertamente contra el régimen. Cada agrupación estaba compuesta por varias divisiones, que a su vez estaban integradas por distintas partidas de guerrillas que se movían por las zonas montañosas tratando de sobrevivir y realizando acciones contra el régimen franquista. 

Autora: LPG

Para saber más sobre la guerrilla antifranquista

La partida de «El Comandante Honorio» en la provincia de Ciudad Real

Honorio Molina, apodado “Comandante Honorio”, era natural de Villarta de los Montes (Badajoz) y tenía 31 años cuando murió. Fuente: https://elpais.com/elpais/2010/03/16/actualidad/1268731027_850215.html Consultado en 21/10/2021.

Aunque el 1 de abril de 1939 el general Francisco Franco daba por terminada la Guerra Civil, la paz estuvo muy lejos de llegar al país. La fuerte represión supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de la provincia de Toledo y Ciudad Real, al igual que ocurrió en el resto de España. A ellos se unieron huidos de las cárceles franquistas, que fueron formando, hasta 1944, pequeñas partidas que actuaban con independencia, sin organización política y, en un primer momento, por pura supervivencia. Sus principales actuaciones se centraron en el robo en casas de campo para proveerse de alimentos, dinero y armas y, en ocasiones, secuestraron a personas adineradas para cobrar el rescate y comprar determinados productos a sus enlaces. Aunque fueron numerosas las partidas que surgieron en este tiempo, pocas fueron relevantes. 

En este sentido, destaca la partida liderada por “El Comandante”, Honorio Molina, creada en tierras toledanas hacia 1940, pero que, huyendo de la Guardia Civil, tuvo su foco de actuación en los términos de Navalpino, Fontanarejo, Arroba, Chillón, Almadenejos, Guadalmez, Alamillo y Almadén, con extensión a Menasalbas y Ventas con Peña Aguilera. 

Entre sus golpes más sonados se encuentra el asalto a la casa de campo La Higuera y el asesinato de su propietario José Moreno Litón, alcalde y farmacéutico de Las Ventas con Peña Aguilera (Toledo) el 22 de abril de 1942. “El Comandante”, acompañado de guerrilleros como “Gabino”, “El Donato” y “El Chavito” penetraron en la casa, apresaron a José Moreno, le desnudaron, le ataron a una silla y le degollaron con un cuchillo, arrojando su cabeza a la carretera que comunicaba Toledo con Ciudad Real. El fuerte impacto que este asesinato tuvo en la comarca fue contrarrestado rápidamente por la Guardia Civil, que aumentó la represión en la zona. 

Autora: LPG

Fosas en el cementerio de Almansa

In memorian Almansa, Procedente del portal "De Paseo"(www.depaseo.es)

En el cementerio de Almansa se encuentran varias fosas donde se han identificado una gran cantidad de víctimas de la represión de la postguerra, la mayoría fusilados en 1939. Se contabilizan en torno a 116 víctimas. Entre abril y septiembre de 2004 se llevaron cabo exhumaciones bajo la dirección de los profesores de la Universitat d’Alacant de Enrique Gil Hernández y Patxuca de Miguel Ibáñez. El objetivo de la intervención fue tanto la investigación científica como la actividad reivindicativa y de concienciación.

En este sentido, Almansa se presenta como una localidad ejemplo en la conmemoración de las víctimas del franquismo, pues, además de las excavaciones, desde el año 2005 se han inaugurado varios homenajes a las víctimas: un memorial con los nombres de las 119 víctimas, la construcción de la escultura conocida como “La Piedad Laica” y un memorial a los almanseños en campos de concentración nazis. Además, es importante remarcar que fue la primera exhumación realizada en la provincia.

El Mapa de fosas del Ministerio de Presidencia sitúa en Castilla-La Mancha 194 fosas, de las cuales 22 proceden de la provincia de Albacete. Dentro de la provincia, 7 fosas no han sido intervenidas y 3 están desaparecidas. La provincia de Albacete ha generado un renovado interés reciente en los trabajos de Memoria Democrática a través del desarrollo del Mapa de la Memoria Democrática de Albacete desarrollado por el equipo de la Universidad de Castilla-La Mancha del Seminario de Estudios de Franquismo y Transición, y gracias al proyecto Víctimas de la Dictadura en Castilla-La Mancha.

Autor: RAL

Fosa de Alcaraz

La fosa de Alcaraz, ubicada en el interior de un castillo de la localidad, empezó a ser exhumada a finales de mayo de 2012. En la fosa se buscaban en principio 17 víctimas, de las cuales 12 fueron fusiladas, 2 asesinadas en prisión y 3 fallecidas en prisión por enfermedades. En ella se encontraban vecinos de Alcaraz y de pueblos de la comarca, así como los alcaldes de Viveros y Ossa de Montiel. Sin embargo, la exhumación ha permitido identificar al menos 35 víctimas, enterradas tanto antes como después de la fecha de marco de la intervención. Sin embargo, estos cuerpos no han podido ser identificados debido al precario estado de conservación de muchos de ellos, y a que se han encontrado tan solo restos parciales en la mayoría de los casos.

Tras la exhumación, se llevó a cabo un acto de homenaje a las víctimas y se hizo la entrega  de sus restos a sus familiares. También se erigió un panteón-homenaje en memoria de las víctimas.

El Mapa de fosas del Ministerio de Presidencia sitúa en Castilla-La Mancha 194 fosas, de las cuales 22 se sitúan la provincia de Albacete. Dentro de estas, 7 fosas no han sido intervenidas y 3 están desaparecidas. En la provincia de Albacete se ha generado un renovado interés reciente en los trabajos de Memoria Democrática a través del desarrollo del Mapa de la Memoria Democrática de Albacete, responsabilidad de un equipo formado en el seno del Seminario de Estudios del Franquismo y la Transición de la Universidad de Castilla-La Mancha, así como por el proyecto Víctimas de la Dictadura en Castilla-La Mancha.

Autor: RAL

Fusilamiento de «El Rubio de Navahermosa» y «El Chato de la Puebla»

“El Rubio de Navahermosa” y su familia. Fuente: DÍAZ DÍAZ, Benito (coord.), La guerrilla en Castilla-La Mancha, Ciudad Real, Almud, ediciones de Castilla-La Mancha, Biblioteca Añil, 2004.

Aunque el 1 de abril de 1939 el general Francisco Franco daba por terminada la Guerra Civil, la paz estuvo muy lejos de llegar al país. La fuerte represión supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de la provincia de Toledo, al igual que ocurrió en el resto de España. A ellos se unieron huidos de las cárceles franquistas, que fueron formando, hasta 1944, pequeñas partidas que actuaban con independencia, sin organización política y, en un primer momento, por pura supervivencia. Sus principales actuaciones se centraron en el robo en casas de campo para proveerse de alimentos, dinero y armas y, en ocasiones, secuestraron a personas adineradas para cobrar el rescate y comprar determinados productos a sus enlaces.

La represión puesta en marcha por la Guardia Civil para eliminar a los de la sierra dio sus frutos el 2 de abril de 1941, cuando el cabo José Ruano Pascual detuvo a “El Chato de la Puebla” en una labranza. El Chato, de 25 años, fue fusilado el 7 de abril frente a las tapias del cementerio de Navahermosa. Tres días después, “El Rubio de Navahermosa” se vio envuelto en una emboscada, recibió un tiro en la pierna y, acto seguido, se quitó la vida con una pistola que llevaba en el bolsillo, ante el temor de las torturas a las que se vería sometido si lo llevaban a la cárcel.

Ambos cadáveres fueron expuestos en la plaza del pueblo, una práctica bastante frecuente usada como castigo ejemplar para avisar de las posibles represalias a los desafectos al régimen. El resto de los miembros de la partida deambularon sin rumbo fijo por la comarca hasta desintegrar la formación.

Autora: LPG

Campos de concentración en la provincia de Guadalajara

Los campos de concentración franquistas surgieron en las primeras horas tras la sublevación del 18 de julio, y se fueron extendiendo por el territorio español con las conquistas militares del bando sublevado. Particularmente, la ofensiva final de la guerra civil en los días de marzo trajo consigo la apertura de nuevos campos de concentración y la habilitación de otros espacios como “centros de detención ilegal y extrajudiciales regidos por la administración militar y utilizados para internar y clasificar, sin juicio, a los prisioneros de guerra y evadidos republicanos”, según el historiador Javier Rodrigo.

De los 38 campos de concentración situados en Castilla-La Mancha, 35 de ellos (el 92% del total) comenzaron a funcionar en las últimas semanas de la guerra, en marzo de 1939. En la provincia de Guadalajara se han encontrado siete campos de concentración (18’42% del total de Castilla-La Mancha), cinco de los cuales fueron campos provisionales: Cifuentes, Cogolludo, Guadalajara, Maranchón y Miralrío. Por otro lado, solo dos de los campos de concentración situados en Guadalajara fueron campos estables: Jadraque y Sigüenza.

De los 7 campos de concentración hallados en la provincia de Guadalajara, se conoce la localización exacta de tan solo uno de ellos: el campo de concentración de Guadalajara, ubicado en varias localizaciones, entre ellas la fábrica Hispano-Suiza. Del resto de campos, entre los que se encuentran los campos de concentración de Cogolludo, con más de 3.000 prisioneros, y de Cifuentes, con más de 4.000, no se conoce la localización exacta.

Autor: AVF

Campos de concentración en la provincia de Albacete

Los campos de concentración franquistas surgieron en las primeras horas tras la sublevación del 18 de julio, y se fueron extendiendo por el territorio español con las conquistas militares del bando sublevado. Particularmente, la ofensiva final de la guerra civil en los días de marzo trajo consigo la apertura de nuevos campos de concentración y la habilitación de otros espacios como “centros de detención ilegal y extrajudiciales regidos por la administración militar y utilizados para internar y clasificar, sin juicio, a los prisioneros de guerra y evadidos republicanos”, según el historiador Javier Rodrigo.

De los 38 campos de concentración situados en Castilla-La Mancha, 35 de ellos (el 92% del total) comenzaron a funcionar en las últimas semanas de la guerra, en marzo de 1939. En la provincia de Albacete se han encontrado tres campos de concentración (7’89% del total de Castilla-La Mancha), los localizados en Albacete, en Almansa y en Hellín, siendo los tres campos estables.

De los tres campos de concentración hallados en Albacete, sólo se conoce la localización exacta de uno de ellos: Hellín, en la plaza de toros. De los otros dos campos de la provincia, es decir, de Albacete y de Almansa, no se conoce la localización exacta.

Autor: AVF

Campos de concentración en Castilla-La Mancha

El sistema concentracionario desarrollado por el bando sublevado durante la guerra civil española comenzó en las primeras horas tras la sublevación, y a medida que el bando sublevado fue conquistando amplias zonas de la Península, fueron surgiendo nuevos campos de concentración que convirtieron a España, en palabras del investigador Carlos Hernández de Miguel, en un «gigantesco campo concentracionario que se mantuvo operativo, con cambios y reducciones, hasta después de la muerte del dictador Francisco Franco en noviembre de 1975».

Estos «centros de detención ilegal y extrajudiciales regidos por la administración militar y utilizados para internar y clasificar, sin juicio, a los prisioneros de guerra y evadidos republicanos», según Javier Rodrigo, se instalaron en todos los espacios que fueran lo suficientemente amplios y alejados del campo de batalla, como almacenes, conventos, monasterios, castillos, plazas de toros, etc., pero también se crearon campos de concentración ex novo, en espacios abiertos que se rodearon de alambradas. Todos ellos podían tener carácter provisional, intermitente, estable, de larga duración o tardío, en función del momento de su instalación y el período de existencia del campo.

En las provincias de la actual Castilla-La Mancha también se produjo la instalación de campos de concentración, como en el resto de España. Las recientes investigaciones de Carlos Hernández de Miguel facilitan unas cifras de 38 campos de concentración en la región castellano-manchega, con 11 de ellos en Ciudad Real, tres en Albacete, cinco en Cuenca, 12 en Toledo y 7 en Guadalajara. A pesar de que algunos de estos campos, en concreto los situados en Toledo, Jadraque (Guadalajara) y Sigüenza (Guadalajara) comenzaron a funcionar a mediados de 1937, fue en los últimos días de marzo, durante la ofensiva final que puso fin a la guerra civil, cuando se crearon y habilitaron decenas de campos de concentración en Castilla-La Mancha.

Autor: AVF

Campo de concentración en Lavaderos de Rojas en Toledo

Finca de Los Lavaderos de Rojas, subcampo del campo de concentración de San Bernardo. Una vez San Bernardo sobrepasó por mucho sus capacidades de concentración de presos, la finca de Los Lavaderos fue habilitada como subcampo. Imagen a través de: https://loslavaderosderojas.com/wp-content/uploads/2018/03/los-lavaderos-de-rojas-56.jpg

Los campos de concentración franquistas surgieron en las horas próximas a la sublevación del 18 de julio de 1936, y se fueron extendiendo con el avance del Ejército sublevado. Estos campos de concentración, según el historiador Javier Rodrigo, fueron centros de detención ilegal y extrajudiciales regidos por la administración militar y utilizados para internar y clasificar, sin juicio, a los prisioneros de guerra y evadidos republicanos. En un número menor de ocasiones, estos campos también albergaron a poblaciones civiles cuando la toma de un territorio implicaba la caída en bando sublevado de grandes masas de ciudadanos, así como a los refugiados de la Segunda Guerra Mundial procedentes de Francia.

De los 38 campos de concentración ubicados en Castilla-La Mancha gracias a las investigaciones de Carlos Hernández de Miguel, 12 de ellos se encontraron en la provincia de Toledo, teniendo cinco de ellos un carácter provisional, 6 fueron campos estables e incluso uno de ellos, Talavera de la Reina, fue un campo de concentración de larga duración. Solamente se conoce la ubicación exacta de dos de estos campos, mientras que, de la mayoría restante, diez, no se conoce su ubicación o se conoce sin exactitud.

En Toledo se ubicó un campo estable de grandes dimensiones. En septiembre de 1937 el monasterio y finca de San Bernardo fue habilitado como depósito de prisioneros, con una población estable de 300 personas. Con el fin de la guerra, San Bernardo se vio desbordado llegando a congregar más de 10.500 cautivos, por lo que fue necesario habilitar nuevos recintos a modo de subcampos, como fue la finca conocida como Lavaderos –actualmente, Lavaderos de Rojas–. El campo de concentración de Toledo permaneció operativo, al menos, hasta el mes de septiembre de 1939.

Campo de concentración en Monasterio San Bernardo en Toledo

Monasterio y finca de San Bernardo en Toledo. Imagen extraída de la web “Toledo Olvidado”, a través de: http://www.loscamposdeconcentraciondefranco.es/img/campos/136.jpg

Los campos de concentración franquistas surgieron al compás de la sublevación del 18 de julio de 1936, y se fueron extendiendo con el avance del Ejército sublevado. Estos campos de concentración, según el historiador Javier Rodrigo, fueron centros de detención ilegal y extrajudiciales regidos por la administración militar y utilizados para internar y clasificar, sin juicio, a los prisioneros de guerra y evadidos republicanos. En un número menor de ocasiones, estos campos también albergaron a civiles cuando la toma de un territorio implicaba la caída en manos de los sublevados de grandes masas de ciudadanos, así como a refugiados de la Segunda Guerra Mundial procedentes de Francia.

De los 38 campos de concentración ubicados en Castilla-La Mancha gracias a las investigaciones de Carlos Hernández de Miguel, 12 de ellos se encontraron en la provincia de Toledo, teniendo cinco de ellos un carácter provisional, 6 fueron campos estables e incluso uno de ellos, Talavera de la Reina, fue un campo de concentración de larga duración. Solamente se conoce la ubicación exacta de dos de estos campos, mientras que, de la mayoría restante, diez, no se conoce su ubicación o se conoce sin exactitud.

En Toledo se ubicó un campo estable de grandes dimensiones. En septiembre de 1937 el monasterio y finca de San Bernardo fue habilitado como depósito de prisioneros, con una población estable de 300 personas. Con el fin de la guerra, San Bernardo se vio desbordado llegando a congregar más de 10.500 cautivos, por lo que fue necesario habilitar nuevos recintos a modo de subcampos, como fue la finca conocida como Lavaderos –actualmente, Lavaderos de Rojas–. El campo de concentración de Toledo permaneció operativo, al menos, hasta el mes de septiembre de 1939.

Autor: AVF