El 8 de mayo de 1983 tuvieron lugar las primeras elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha, cuyo objetivo era elegir la composición del primer parlamento regional de la comunidad. De las 1.220.011 llamadas a votar ese domingo, ejercieron su derecho 901.872, el 73,3%. El PSOE obtuvo la victoria con el 47,01% del voto, que se tradujo en 23 escaños, mientras que Coalición Popular, la formación con la que se presentó Alianza Popular, recibió un 41,19 % del sufragio y obtuvo así los 21 escaños restantes. Así, José Bono se convirtió en el primer presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha: cargo para el que fue reelegido en todos los siguientes comicios autonómicos hasta 2004, cuando ocupó el Ministerio de Defensa.
Con estos comicios se cerraba el proceso de configuración de la región como Comunidad Autónoma: un largo camino que se había iniciado en 1976 con la Declaración Regional de Mota del Cuervo y que había desembocado, no sin dificultades por las dudas de Albacete y el miedo a la posible absorción de Madrid, en la aprobación del Estatuto de Autonomía de la región en agosto de 1982.
Las primeras elecciones autonómicas de Castilla-La Mancha estuvieron profundamente influenciadas por las tendencias sociopolíticas que operaban a nivel nacional. Los resultados de estos comicios prefiguraron lo que acabaría ocurriendo en las elecciones generales: el bipartidismo se apuntaló como característica del sistema político español, ya que ni el CDS (Centro Democrático Social) ni el PCE (Partido Comunista de España) obtuvieron escaño. Por otro lado, los partidos concurrieron a estas elecciones con un estrategia nacional y no regional: las listas electorales se configuraron de manera mecánica y sólo el PSOE presentó un cabeza de lista claro, que además había sido elegido por la dirección federal del partido, rechazándose el candidato de los órganos regionales.
Autora: ACP