Concluida la guerra se dictaron las primeras disposiciones para establecer el sistema de racionamiento que propició el mercado negro. Había pocos víveres y su precio era desmesurado. El hambre, como medio coercitivo y de dominio, fue parte del sistema autárquico implantado y sirvió para redoblar el sometimiento del conjunto social.
En este contexto, las mujeres, especialmente las más jóvenes y las viudas, muchas de ellas con maridos fallecidos en la guerra o víctimas de la represión, fueron empujadas a transgredir las leyes. Así, a pesar de que el régimen franquista las relegó al ámbito doméstico, la necesidad las llevó a asumir un rol activo que desafiaba el modelo impuesto. Estas mujeres se vieron obligadas a liderar estrategias de supervivencia que implicaban, entre otras cosas, cometer delitos. El análisis de 2.180 expedientes judiciales de las cinco provincias que hoy integran Castilla-La Mancha revela que el 43% de los casos correspondía a delitos de robo y hurto, siendo cometidos en un 91,97% por mujeres sin antecedentes penales. Esto indica que la desesperación provocada por la necesidad fue la principal causa de estas acciones ilícitas.
El núcleo familiar, al que el franquismo otorgó un papel central en el entramado orgánico del Estado, sirvió para urdir las estrategias comunes de supervivencia que nada tenían que ver con el idílico papel que el ideario nacional-católico les atribuía para la construcción de la nueva patria. En el grupo de los agentes vinculados entre sí por lazos de parentesco hemos de hacer una mención propia a los que responden a la afinidad de madre e hijo, dado lo numeroso de estos casos. Pero también vecinos y amigos colaboraron en este marco de ayuda mutua y formaron parte de las redes enlazadas por la necesidad para vencer la adversidad del hambre.
Así, de una inesperada manera, la necesidad se constituyó en un elemento de cohesión social y familiar al permitir la creación de grupos que respondieron al unísono frente a la necesidad.
Autora: HVRB