La depuración del magisterio en la posguerra española fue un proceso clave en el marco de la represión franquista para consolidar su control sobre el sistema educativo y erradicar cualquier influencia de los principios izquierdistas y republicanos en la formación de las futuras generaciones. Este proceso, que implicaba la revisión minuciosa de la lealtad política, moral y religiosa de los maestros, se llevó a cabo en toda España.
En el caso de la provincia de Ciudad Real, la Comisión Depuradora D inició su labor en 1939, pues esta zona había pertenecido a la zona republicana hasta el final de la contienda. Este primer año, la comisión tramitó 122 expedientes, aunque alcanzó su mayor actividad en 1940, cuando 650 maestros/as fueron sometidos a este proceso por el que debían pasar obligatoriamente todos los maestros del país. A partir de esa fecha, el número de expedientes comenzó a descender, con 61 sanciones en 1941 y 10 en 1942, aunque la supervisión y sanción del magisterio continuó hasta la década de 1950. Este proceso abarcó tanto a los maestros del Plan Profesional de 1931, como a los cursillistas de 1933 y 1935. En total, hasta 1950, entre 686 y 722 maestros/as, según la fuente consultada. El Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real (B.O.P.C.R.) cita 391 hombres y 331 mujeres, de los cuales 57 eran de la capital (30 mujeres y 27 hombres). En cambio, el Archivo General de la Administración (A.G.A.) señala cifras de 364 hombres y 322 mujeres, con 171 docentes de la capital (103 hombres y 68 mujeres) y 515 del resto de la provincia (259 hombres y 256 mujeres).
En cuanto a los componentes de la comisión depuradora, en Ciudad Real fueron miembros: como presidente Juan de Álamo Santamaría, director del Instituto Nacional de Enseñanza Media; como secretario Juan de la Cruz Espadas y Bermúdez, miembro de la Comisión Gestora Municipal de Ciudad Real y de la Comunión Tradicionalista; como vocal, el presidente de la Asociación de Padres de Familia; y como personas de “máximo arraigo y solvencia moral y técnica”, Ramón Serrano y Francisco Morales.
Autora: LMC
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