A finales de mayo de 1955 comenzó la escapatoria de los guerrilleros de la partida de “Veneno” a Francia. Partieron de la Boca de Los Yébenes solo con una manta, pistola, alforjas y algo de comida. No tenían mapas y su única orientación era el sol y la estrella polar. Caminaron solo de noche y campo a través. Solían comprar en las tiendas de los pueblos algunos alimentos para no levantar sospechas. Se enfrentaron a todo tipo de circunstancias y era frecuente que se escondieran en campos de trigo, sentados o tumbados, para no ser vistos.
Una anécdota de este viaje se produjo en la provincia de Zaragoza, cuando llegaron a un pequeño pueblo y en el bar un hombre les ofreció alojamiento en su pajar. La sorpresa llegó a caer la noche, cuando al darles las buenas noches, el hombre les dijo: “Me voy, que entro de servicio” y lo vieron vestirse de guardia municipal. Esa noche la pasaron en vela. A la mañana siguiente, el hombre les ofreció unas cerezas antes de marcharse. Estando en la huerta, “Eléctrico” se dio cuenta de que se había olvidado la pistola en la casa. Sin dudarlo, cogieron las cerezas, el equipaje y se marcharon por caminos secundarios.
Cuando dejaron atrás Zaragoza decidieron no volver a ningún pueblo para no levantar sospechas y racionar los alimentos hasta llegar a Francia. Así, a primeros de julio de 1955, casi cuarenta días cruzando a pie España, llegaron a Francia. Nada más llegar, los gendarmes les dijeron “a la Legión o a España”, decantándose por la primera opción. Veneno pidió el asilo político, “Parachuta” acabó con la Legión en Argelia, “Viriato” regresó a Valencia con la llegada de la democracia.
Autora: LPG