LAS VÍCTIMAS DE LA REPRESIÓN EN EL CASAR DE ESCALONA (1936)1
Entre Talavera de la Reina y Maqueda, por su situación geográfica sobre el río Alberche, la segunda línea de defensa en importancia preparada por la República para frenar el avance del Ejército de África hacia Madrid, la primera fue en el término de Cazalegas, se organizó en torno a El Casar de Escalona (1.956 habitantes en 1936)2. Los días 12 y 13 de septiembre de 1936 llegó un contingente del «Ejército Rojo» para defender la localidad3.
En la jurisdicción de El Casar de Escalona hubo dos combates al comienzo de la guerra civil. El 15 de septiembre de 1936, después de la refriega, los legionarios y las tropas moras de la «Columna Castejón», unos setecientos hombres, ocuparon la población aunque la abandonaron de madrugada por la inestabilidad de la línea del frente y la falta de munición. El segundo combate se produjo la jornada del 17 de septiembre junto al camino de El Bravo. Las fuerzas del comandante Fernando Barrón Ortiz entraron por la tarde en la localidad de El Casar, que pasó definitivamente a la denominada zona nacional4.
La historiografía denomina «primer terror» a la represión ejercida desde el inicio de la sublevación hasta finales de 1936 por miembros del Ejército, grupos civiles y las nuevas autoridades contra prisioneros de guerra y sectores diversos de la población de las localidades ocupadas. La primera represión fue una violencia que se practicó sin ningún juicio previo, humanidad ni procedimiento administrativo. Como explica José María Ruiz Alonso para la provincia de Toledo, la represión inicial se desarrolló generalmente en dos fases. En una primera etapa, la razia ejercida por las tropas de África en los pueblos al momento de la ocupación se tradujo en robos de bienes y asesinatos. Con todo, una vez que las tropas insurgentes abandonaban los pueblos se entraba en una segunda fase que duró meses, en la que participaron muchas veces los afines del lugar. La represión posterior a la violencia ejercida después de la «liberación» tuvo consecuencias extremas hoy por todos conocidas: asesinados, desaparecidos y encarcelados. Del mismo modo que la represión republicana, pero en sentido contrario, se dirigió contra representantes de partidos políticos y sindicatos –alcaldes, concejales, etc.- y hacia personas con las que había alguna rencilla personal y familiar. Los autores de la segunda fase violenta fueron principalmente falangistas, guardias civiles y familiares de víctimas de la represión republicana5. Como resume Juan Carlos Buitrago, fue el terror de las cunetas y los desaparecidos, víctimas de las que no quedó prácticamente rastro en los registros civiles o en los juzgados –solo una parte de los asesinados fueron inscritos– ni tampoco en el proceso de la Causa General establecido por el franquismo. El avance de las columnas africanas desde Andalucía también provocó el éxodo en masa de la población civil6.
El 15 de septiembre de 1936 las agrupaciones mandadas por Antonio Castejón sufrieron numerosas bajas en El Casar de Escalona, marroquíes en su práctica mayoría, y ese día, como castigo, perdieron la vida once casareños por disparos de los regulares al hacer su despliegue por las calles del pueblo. Los vecinos de El Casar fallecidos el día 15 no lo fueron «a consecuencia del victorioso combate», como consta en las inscripciones realizadas a posteriori en el Registro Civil. El martes 15 de septiembre este municipio toledano padeció en sus habitantes el llamado también «terror en caliente».
El comportamiento del Tercio y los regulares indígenas en un territorio ajeno, al modo de las guerras coloniales del Rif, tuvo consecuencias fatales para la población civil. Los casareños evocan así estos trágicos sucesos: «¿Y qué pasó? Que los moros al entrar ya, al irse en retirada las primeras vanguardias de las milicias, al entrar abrieron las puertas de las casas con las culatas [de los fusiles] y a los que estaban allí, pues se los cargaron»7. Entre los vecinos asesinados estaban: «el Félix y el tío Policarpo. Salieron a recibirles, pero allí los moros según entraron les mataron»8. Solo son dos de las víctimas mortales documentadas.
En efecto, salvo error u omisión, el 15 de septiembre fueron ejecutadas once personas: Policarpo Rico Sancha, José Escobar Valencia, Félix Pacheco López, Ángel Bermúdez Collado, Mariano Murcia Fernández, Policarpo Murcia Escobar, Timoteo García Medina, Bonifacio Fernández Dulce, Narciso Montero Gómez, Felipe Fernández Dulce y Cesáreo Frías González9. Algunos salieron a recibir a los regulares con los brazos en alto y fueron abatidos por disparos, pero en otros casos las tropas asaltantes abrieron las puertas de las viviendas con los fusiles, obligaron a los vecinos a salir de las casas y los mataron allí mismo. Varios casareños asesinados vivían en la calle donde los milicianos republicanos, apostados, hicieron frente con mayor intensidad a las unidades de Castejón al aproximarse al pueblo.
La entrada de las tropas coloniales en El Casar de Escalona fue letal, con robos10, al menos una violación y muertos11. El pillaje sustituía al combate por momentos: «En aquellos primeros instantes [los moros] no hacían más que matar y robar»12. Durante la denominada «guerra de las columnas» o «fase miliciana» de la guerra se permitió, o sus jefes miraron para otro lado, que la tropa mora obtuviese su botín después del combate o la toma de las localidades:
Y así pasó en el pueblo. Yo no estuve, pero la gente contaba que entraban y robaban:
– Usté tener mucho dinero [decía un moro].
Y claro llegaron allí a la Isa y ella y el marido y [los que] estuvieran, no sé los que había allí.
-Usté tener mucho dinero.
Las amenazaron con matarlas, pero no les hicieron nada13.
El miedo no acabó ahí. El día 15 también, Tomás Rodríguez Gómez, el veterinario, y otros vecinos del pueblo vieron peligrar su vida ante un pelotón de fusilamiento, pelotón disuadido por los gritos dirigidos hacia un oficial, pidiendo compasión, por parte de varios lugareños14. Tampoco hubo supervivientes entre los milicianos republicanos que quedaron copados dentro del perímetro habitado del pueblo. No constan prisioneros de guerra tras la lucha.
El Casar de Escalona vivió después una situación paradójica. Con la entrada del comandante Castejón el día 15 los casareños habían puesto crespones y sábanas blancas en los balcones, puertas y ventanas de las casas, hecho que fue tomado por la autoridad miliciana, a su regreso a la localidad el 16 de septiembre, como un indicio de afinidad a la «causa nacional». El comandante republicano Antonio Cabrera Tova, montado a caballo, infundió también el miedo a los habitantes, con acusaciones contra los vecinos y amenazas de incendiar El Casar: «Este pueblo es un pueblo fascista», gritaba15.
El éxodo de la población fue generalizado, con un destino principal: Madrid. Algunos vecinos de El Casar de Escalona salieron del pueblo antes del combate del 15 de septiembre. Con todo, la mayoría de las familias partieron de El Casar el 16, día recordado como el de «La huida», y el 17 de septiembre de 1936, fecha del segundo combate.
A partir de la ocupación definitiva de la localidad el 17 de septiembre entraron en escena los falangistas canarios. Los canarios fueron los protagonistas principales de la represión posterior a la ocupación en esta población del desaparecido Partido de Escalona. Al frente de ellos venía un comisario de Arucas (municipio canario de la provincia de Las Palmas), por eso se llamaba Centuria de Arucas. La centuria de falange -que era como se organizaba la milicia falangista- estaba integrada por unos cien canarios llegados unos días después de los combates para «ordenar» el pueblo. Aunque el cuartel general de los falangistas canarios estaba centralizado en Talavera de la Reina, estos mantuvieron un tiempo posiciones en Cazalegas y El Casar de Escalona.
Los canarios tuvieron verdadera capacidad de intervención en la vida local de los pueblos «liberados». Así se deduce del acto de entrega de unas cantidades de dinero que repartió el 24 de septiembre de 1936 el Jefe de la Falange Española de las JONS de Arucas, Antonio Jiménez Martín, a las tesoreras de dos Hermandades religiosas de El Casar y también al recién nombrado alcalde, Isidro Medina Toro. A este para los pobres de la localidad. En realidad, desde el día que llegaron a la villa se pusieron a pedir medallas de oro para «el bien de España», dinero destinado supuestamente para la compra de armas. Pero la recaudación no fue al destino solicitado y acabaron encarcelados algunos canarios16. Tan nefasta fue su actuación que no estuvieron ni un mes en El Casar de Escalona ante las peticiones de las familias para que volviese al pueblo la Guardia Civil.
Junto al cementerio, al lado de la Ermita, fueron asesinados por miembros de la Centuria de Arucas tres vecinos: Anastasio Loarce Gómez, Juan Adeva Ramos y Acisclo Rozas Fernández, integrante este último del Comité formado en El Casar al comienzo de la guerra. Las jornadas siguientes hubo cuatro víctimas mortales más como consecuencia de la represión ejercida por parte de los canarios: Mateo de los Santos Ramírez y su hijo, Doroteo de los Santos Ajero, Víctor Aseijas Valdepeñas y Anselmo Valencia Aseijas. Días después, ya fuera del pueblo los falangistas, era ahora un guardia civil quien mataba a otro varón denunciado, Bautista Nieto Pinel, cerca del camino de El Bravo. En este ciclo de la guerra, la Guardia Civil, a través de las comandancias, también ejerció represión en las localidades. Además de todos los anteriores, Armando Segovia Alía, su hijo Primitivo Segovia Escobar y Salustiano Sánchez Aseijas perdieron también la vida por estas fechas17.
Entre los evacuados de El Casar de Escalona había componentes de la última Gestora republicana, como el depositario, Gregorio Sánchez-Cabezudo Ciruelos, o personas destacadas de la sociedad local, como el médico, José Flores Flores, el farmacéutico, Antonio Alcalde Merino, o el mencionado veterinario, Tomás Rodríguez Gómez18. No obstante, en todos los pueblos ocupados por las tropas de Marruecos quedaron personas de cierta relevancia político-social durante el periodo republicano que no huyeron porque se consideraban inocentes de desmanes materiales y humanos. Algunos vecinos que podemos etiquetar de esa manera no se marcharon de El Casar porque pensaban que no les pasaría nada. Pero cuando las tropas coloniales abandonaban los pueblos también participaron de alguna manera en la represión los afines del lugar, normalmente con denuncias, y los motivos no eran siempre ideológicos. A veces, en el origen de la denuncia había alguna rencilla personal y familiar.
Los casareños más implicados con las organizaciones de izquierda que no abandonaron el pueblo fueron denunciados, detenidos y confinados en una bodega o almacén en espera de su traslado a prisión. El último alcalde republicano, el socialista Zoilo Laureano Perdones, se encontraba entre los apresados19. También Damián Carretero Santana, vocal de la misma Gestora de izquierdas formada en 1936 tras la victoria del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero. Los vecinos «señalados» ingresaron en la prisión de Talavera. El encarcelamiento era en algunos casos un mal menor, pero Damián presintió lo peor ante el anuncio de un traslado desde Talavera de la Reina a la cárcel de Cáceres. Así quedó reflejado en una emotiva carta enviada a sus familiares20. No le faltaba razón. El 20 de octubre de 1936 un grupo de presos fue ejecutado en el Puente del Alberche, en el término municipal de Talavera, y entre ellos se encontraban precisamente Zoilo Laureano y Damián Carretero. Damián fue inscrito como fallecido en el Registro en fecha tan tardía como diciembre de 1946, más de diez años después21. Este tipo de defunciones cuando se registraron fue normalmente con posterioridad, en muchas ocasiones gracias a gestiones para el cobro de pensiones o arreglos de herencias.
Por lo tanto, si a los once vecinos asesinados el 15 de septiembre sumamos las muertes violentas de los días y semanas posteriores y los ediles ejecutados, previamente encarcelados estos últimos en la prisión de Talavera de la Reina, obtenemos un total provisional de veinticuatro víctimas mortales acreditadas en El Casar de Escalona durante la primera represión, violencia que afectó mayoritariamente a labradores y jornaleros agrícolas con un abanico amplio de edades.
Con todo, la represión en su faceta física no cubriría todas las parcelas de la violencia. Por este motivo tenemos que hablar también de las depuraciones llevadas a cabo entre funcionarios o empleados de las diferentes administraciones, colectivo de enseñantes, etc. Entre los evacuados afectados se encontraban profesionales de El Casar de Escalona como el médico, José Flores, o el veterinario, Tomás Rodríguez. Porque estaban ausentes del pueblo y porque no habían solicitado la confirmación de sus cargos en plazo, amparándose en las disposiciones encaminadas a depurar responsabilidades de los trabajadores que habían formado parte de las plantillas en los ayuntamientos republicanos, los dos eran declarados cesantes en sus puestos22. Por más que estaba incluido en la lista de «desafectos» a la República elaborada en el Ayuntamiento de El Casar al comienzo de la guerra, el franquismo instruyó un proceso judicial contra el médico, José Flores, acusado del delito de «adhesión a la rebelión». La sentencia, no obstante, dictada el 14 de mayo de 1937, fue absolutoria23.
Para finalizar, para que nos hagamos una idea del alcance de los actos de represión en el norte de la provincia de Toledo, conforme a los datos proporcionados por José Manuel Sabín, la marcha del Ejército de África por la ribera del río Tajo, Talavera, Maqueda, Toledo, etc., y las bifurcaciones, dejó en 1936 una cifra que sobrepasó las mil personas ejecutadas en la represión inicial24. Más en concreto, según José María Ruiz Alonso, el avance de la tropas coloniales por el norte de Toledo en 1936 provocó una cifra de al menos mil cuarenta y siete asesinados en el primer terror25.
En resumen, la violencia tuvo varias caras. La represión republicana, tras la sublevación del 18 de julio, fue, en términos generales, una violencia espontánea y descontrolada en la que también funcionaron razones materiales o disputas personales y familiares. En nuestro caso, desde la insurrección militar hasta la ocupación del lugar por las tropas de África no hubo víctimas mortales causadas por los republicanos en El Casar de Escalona. Respecto a la represión nacional, hemos contabilizado y documentado hasta ahora una cifra de veinticuatro muertos en el periodo denominado primer terror, periodo que hemos acotado de momento solo hasta finales de octubre de 1936. Fue una violencia sin ningún procedimiento judicial, los juicios por el tribunal militar correspondiente no empezaron a funcionar en la zona franquista hasta 1937. Supuestos como el de El Casar de Escalona parecen demostrar que no es posible establecer una relación de causalidad entre hechos anteriores a la ocupación de los pueblos por las tropas sublevadas y la intensidad de la razia inicial, ya que no hubo episodios de represión republicana.
Futuras investigaciones aportarán más datos sobre la primera represión en El Casar.
[1] Artículo basado en gran parte en el libro: Juan Carlos Collado Jiménez: La guerra civil en un pueblo toledano. Los evacuados de El Casar de Escalona, (1936-1939), Las Ventas con Peña Aguilera (Toledo): Ledoria, 2023.
[2] La cifra de población de El Casar de Escalona en 1936 procede de: Archivo Histórico Provincial de Toledo (AHPTO), Fondos del Instituto, «Datos estadísticos sobre la enseñanza primaria en la provincia de Toledo», 883/8, Salida nº 255, Estadillo nº 6.
[3] Archivo Histórico Nacional (AHN), FC-Causa General, Caja 1049/1, pieza 2ª, El Casar de Escalona.
[4] Sobre los combates léase: Juan Carlos Collado Jiménez: «La guerra civil en El Casar de Escalona (septiembre de 1936)» en Francisco Alía y Ángel Ramón del Valle (Coords.): La Guerra Civil en Castilla-La Mancha, 70 años después. Actas del Congreso Internacional, Cuenca: Ediciones de la Universidad de CLM, 2008, pp. 422-430; y Juan Carlos Collado Jiménez: La guerra civil en El Casar de Escalona. Del paseo militar a la resistencia planificada (1936), Olías del Rey (Toledo): Azacanes, 2008, pp. 53-61.
[5] José María Ruiz Alonso: La Guerra civil en la provincia de Toledo. Utopía, conflicto y poder en el Sur del Tajo (1936-39), Toledo: Almud, 2019 (2ª edic. revisada y aumentada; epílogo de Isabelo Herreros), pp. 357-360.
[6] Juan Carlos Buitrago Oliver: «Violencia y muerte en las retaguardias» en Francisco Alía (Coord.): La Guerra Civil en Castilla-La Mancha. Historia y memoria, Albolote (Granada): Comares, 2024, pp. 204-205. El tema de los evacuados de la provincia de Toledo ha sido estudiado en profundidad en Juan Carlos Collado Jiménez: Los desplazados de la guerra civil. Evacuados de la provincia de Toledo, Toledo: Almud, 2019.
[7] Ireneo Sabrido y su familia estaban presentes el 15 de septiembre de 1936 en el pueblo cuando sucedieron los hechos. Entrevista a Ireneo Sabrido Rico realizada por Juan Carlos Collado Jiménez, El Casar de Escalona, 15 de noviembre de 2008.
[8] Entrevista a Leocadio Moreno Santana realizada por Juan Carlos Collado Jiménez, Madrid, 18 de octubre de 2008.
[9] Los expedientes acreditativos de las defunciones se instruyeron con posterioridad a los hechos en el Juzgado de Primera Instancia del Partido de Escalona y fueron comunicados al Juez Municipal de El Casar de Escalona para que la familia de los afectados procediera a la inscripción en el Registro Civil. De esta manera, entre 1937 y 1939 quedaron registrados hasta once vecinos como fallecidos por los actos violentos del día 15 de septiembre de 1936. Consúltese: Archivo Municipal de El Casar de Escalona (AMECE), Registro Civil de El Casar de Escalona, «Certificaciones facultativas y demás justificantes de las defunciones cursadas durante el citado año 1937», Escalona, 5 de agosto y 26 de octubre de 1937; Idem, 11 de diciembre de 1939; y AMECE, Libro de Defunciones del Registro Civil de El Casar de Escalona (Libro 15: del 9-XI-1935 al 10-VII-1947), 1937 y 1939.
[10] Como muestra, en el domicilio de Jacinto Jiménez Santana y Angelita Fernández Sánchez-Rico los marroquíes robaron un reloj incrustado como adorno en la cama del matrimonio. Información facilitada por Enriqueta Jiménez Fernández (2020).
[11] De gran interés el artículo publicado en la prensa: «La crueldad fascista contra los humildes vecinos de Casar de Escalona», El Luchador (Alicante), nº 8.887, 3-VII-1937, portada. La noticia, basada en la declaración prestada por una evacuada de El Casar de Escalona ante el fiscal del juzgado municipal de Alicante, ya en 1937, alude a la ejecución de Mariano Murcia y su hijo Policarpo y a la violación de Victoria, hija también de Mariano, a manos de las tropas moras el 15 de septiembre.
[12] Entrevista realizada a Ireneo Sabrido Rico por Juan Carlos Collado Jiménez, El Casar de Escalona, 15 de noviembre de 2008.
[13] Entrevista a Leocadio Moreno Santana realizada por Juan Carlos Collado Jiménez, Madrid, 18 de octubre de 2008.
[14] Vicente González Gómez manifiesta en un libro de memorias que su primo Tomás, veterinario de El Casar, estuvo a punto de ser abatido por un pelotón de fusilamiento formado por tropas coloniales. Tomado de Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez: Los orígenes de la guerra civil en la Comarca de Torrijos (1931-1945), Toledo: Los autores, 2020, pp. 245-247 (y Nota 11).
[15] Entrevista a Ireneo Sabrido Rico realizada por Juan Carlos Collado Jiménez, El Casar de Escalona, 15 de noviembre de 2008.
[16] AMECE, Libro de Actas del Ayuntamiento de El Casar de Escalona, sesión del 24-IX-1936, p. 59 vuelta y 60 recto.
[17] Véase Juan Carlos Collado Jiménez: La guerra civil en El Casar de Escalona. Del paseo…, pp. 88-89. No recogido en trabajos anteriores, Salustiano Sánchez Aseijas también murió víctima de la violencia ejercida por los canarios, la «policía política» (Información facilitada por Ireneo Sabrido Rico, 2009).
[18] AMECE, Libro de Actas del Ayuntamiento de El Casar de Escalona, sesión del 19-IX-1936, p. 59 recto; sesión del 14-XI-1936, p. 65 recto; y sesión del 23-XII-1936, p. 68 recto y vuelta.
[19] Sobre la situación de Zoilo Laureano, consúltese: AMECE, Libro de Actas del Ayuntamiento de El Casar de Escalona, sesión del 24-IX-1936, p. 59.
[20] Información facilitada por Gregorio Carretero Escobar (2005).
[21] El proceso llevado a cabo por la Causa General (proceso para la averiguación de los sucesos acaecidos durante la guerra civil y la actuación de las autoridades e instituciones republicanas en las localidades) confirmaría que Damián Carretero Santana fue asesinado el 20 de octubre de 1936 «con motivo de la guerra» en el Puente del Alberche (carretera de Extremadura, término de Talavera de la Reina). Examínese AHN, FC-Causa General, Caja 1048/1, pza. 1ª, El Casar de Escalona. La defunción de Damián se inscribió posteriormente en el Registro de El Casar: AMECE, nº 18, Libro de Defunciones del Registro Civil de El Casar de Escalona (Libro 15: del 9-XI-1935 al 10-VII-1947), 1947, p. 190.
[22] AMECE, Libro de Actas del Ayuntamiento de El Casar de Escalona, sesión del 14-I-1937, p. 71 recto y vuelta; y sesión del 14-IV-1937, pp. 79 recto y vuelta y 80 recto.
[23] La información de la sentencia del médico procede de José María Ruiz Alonso, La Guerra civil en la provincia de Toledo… (2ª edic. 2019), p. 405.
[24] José Manuel Sabín: «Toledo y la guerra» en Manuel Ortiz Heras (Coord.): La guerra civil en Castilla-La Mancha. Toledo: Celeste Ediciones, 2000, p. 162.
[25] José María Ruiz Alonso «Nuevos datos sobre la represión franquista en la provincia de Toledo» en Francisco Alía y Ángel Ramón del Valle (Coords.): La Guerra Civil en Castilla-La Mancha, 70 años después. Actas del Congreso Internacional, Cuenca: Ediciones de la Universidad de CLM, 2008, p. 1.535.







