Es bien sabido que, tras el golpe de estado de 1936, la provincia de Ciudad Real quedó en el bando republicano, y así permaneció hasta el final de la contienda. En consecuencia, Puertollano fue una de las ciudades de retaguardia, lo que no la eximió –como a todas– de sufrir la dureza de los avatares propios de la guerra y la nueva forma de hacerla; mucho más, tratándose de una localidad con una importante industria minera (sin dejar de lado la fuerte experiencia tecnológica de algunas empresas), a lo que se unía la existencia del hospital de sangre (dispuesto para acoger heridos de guerra en los frentes cercanos), un buen potencial de hombres susceptibles de ser movilizados y una numerosa colonia de refugiados.
Todo ello despertó la atención de las fuerzas aéreas enemigas, que descargaron sus bombas hasta en cuatro ocasiones –hasta ahora se sabía de tres, pero los nuevos documentos descubiertos nos permiten hablar de uno más–, motivo suficiente para disponer de refugios antiaéreos, tarea en la que se afanaron con mucho interés los miembros del Consejo Municipal, pues se construyeron tres, de los que aportamos datos inéditos, por ejemplo, los facilitados por testigos oculares, o la correspondencia mantenida con el Gobierno. Por otro lado, vamos a ver que la reciente investigación nos ha permitido establecer el carácter público de todos ellos, pues fue a costa del erario municipal –en suma, de todos los vecinos– de donde salió la financiación necesaria, sin que exista constancia documental hasta el momento presente de la llegada de aportaciones por vía de subvenciones institucionales (la única que se pidió fue rechazada) o de empresas.
Autor: LPR
Para saber más de los refugios antiaéreos en Puertollano