Según los datos del Mapa Estatal de Fosas, en la provincia de Ciudad Real se han localizado 62 fosas. De estas, sólo el 4% ha sido exhumado por completo. Hay diferencias significativas en el tamaño de las fosas dentro de la provincia: la fosa en Ciudad Real contiene el 35% de las víctimas totales, la de Alcázar de San Juan alberga el 12%, y la de Almodóvar del Campo ocupa el tercer lugar con el 8% de las víctimas. En total, la provincia cuenta con 3457 víctimas. La mayoría de las fosas son de pequeño tamaño, algunas de ellas contienen únicamente los restos de miembros de partidas guerrilleras ejecutados individualmente o en pequeños grupos. Además, de las fosas registradas en la provincia de Ciudad Real, 7 fueron trasladadas al Valle de Cuelgamuros, anteriormente conocido como Valle de los Caídos.
Dentro de la problemática de la desactualización y la falta de intervención, la provincia de Ciudad Real se presenta como una de las más propensas a tener un avance significativo tanto en el estudio como en la exhumación y dignificación de las diversas fosas comunes, gracias al grupo de trabajo del proyecto Mapas de Memoria de la UNED, así como a la ayuda de investigadores pertenecientes al Centro Internacional de la Memoria y Derechos Humanos y al Plan Regional de Estudio sobre Memoria Democrática de Castilla-La Mancha.
La fosa de Ciudad Real capital supone la fosa de mayor tamaño de la provincia, con 1219 víctimas procedentes de diversos puntos de la misma. La primera víctima que ocupó la fosa fue Juan Llanos Roig el 13 de abril de 1939, que procedía de un campo de concentración. En Ciudad Real se dio una gran limpieza de miembros de la política y la intelectualidad republicana e izquierdista, como el director de «El Pueblo Manchego». Si se analizan las causas de la muerte de las personas enterradas en esta fosa, 997 son víctimas de fusilamientos, 203 por las condiciones de la prisión y 7 ejecutados por garrote vil. Estas víctimas sufrieron tras la muerte tres posibles movimientos: exhumación, traslados a nichos familiares o traslados al osario.
En los años 80 se abrió una parte de la fosa para trasladarla a una zona reservada donde se construyó un panteón. Ciudad Real supone el ejemplo de las emociones que este tipo de edificaciones generan en los familiares de los represaliados: algunos las perciben como centros de memoria, mientras que otras como lugares asépticos y lejanos para ellos. A pesar de darse este espacio de la memoria, en el cementerio sigue ocupando un lugar privilegiado la Cruz a los Caídos después de su traslado.
Autor: RAL