Los lugares de ejecución y de entierro en fosas comunes de las víctimas de la violencia ejercida en la zona republicana fueron, generalmente, las tapias de los cementerios: parajes situados en las afueras de las ciudades y pueblos o las cunetas de las carreteras de acceso a los mismos. En el caso de la fosa de Camuñas nos encontramos con una antigua mina romana que, en 1936, fue utilizada para arrojar los cadáveres de las personas asesinadas por las milicias de la zona.
A solicitud del arzobispado de Toledo, el equipo de Aranzadi dirigido por Francisco Etxeberria intervino en el pozo-mina de Las Cabezuelas en 2010. La excavación llegó a 30 metros de profundidad, donde se hallaron los esqueletos completos de 41 individuos y, bajo una capa de áridos y cal, los restos de un número indeterminado de personas. Se calcula que el número total de víctimas enterradas en la fosa podría ser de alrededor de 100.
La procedencia de las víctimas identificadas es variada, correspondiente a las localidades cercanas a la mina, principalmente de Toledo y de Ciudad Real. Una de ellas fue Federico Avengoza Remón de Moncada, sacerdote en Herencia, que fue detenido el 25 de noviembre de 1936, conducido a la casa de Gabriel Enríquez, convertida en centro de detención, y asesinado junto a otras 25 personas esa noche.
La intervención en Las Cabezuelas constituye la más importante de una fosa de víctimas de la represión en la zona republicana en el periodo democrático.
Autora: ACP