La descomposición de la República en los últimos meses de la guerra tuvo varios episodios que fueron mermando su prestigio nacional e internacional. Entre ellos está el golpe de Estado de Segismundo Casado, hasta entonces jefe del Ejército del Centro, el 5 de marzo de 1939. La guerra terminaba como había comenzado, con un golpe militar. Pero en esta ocasión se producía en el seno del bando republicano. La sublevación del coronel Casado acabó con el gobierno del doctor Juan Negrín e implantó un Consejo Nacional de Defensa encargado de la gobernabilidad del régimen republicano con dos funciones principales: negociar la paz y acabar con lo que muchos entendían como predominio comunista en las instituciones políticas y militares de la República. La sublevación provocó la respuesta de diversas unidades militares de carácter comunista en varias ciudades, especialmente en Madrid. También en Ciudad Real. En la capital manchega, los principales líderes comunistas civiles y militares se hicieron fuerte en la sede del PCE, el Palacio Rojo, ubicado en la calle Caballeros. El Palacio Episcopal, inaugurado en 1887, había sido incautado al comienzo de la guerra. El 11 de marzo, tropas anarquistas hicieron fuego de artillería y fusilería desde edificios cercanos, consiguiendo reducir a los sublevados contra las nuevas autoridades, a las que se negaban a reconocer. Esta constituyó la única operación militar de la guerra en la capital de la provincia, pero entre fuerzas militares de la propia República. Los disparos y las bombas volvían a Ciudad Real desde los acontecimientos del 19 de julio de 1936, cuando se inició la rebelión por los falangistas en la Casa de los Corcheros. En las rejas del edificio, actualmente Obispado de la diócesis de Ciudad Real, se pueden ver los impactos de la metralla de los acontecimientos del 11 de marzo, únicos restos de las balas de la guerra en la capital de la provincia.
Autor: FAM
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La ofensiva final en Ciudad Real:
Los intentos de negociación de Casado, en nombre del Consejo de Defensa, fracasaron ante la negativa de Franco de acceder a nada más que la rendición incondicional de la República.
La Ofensiva de la Victoria llegó a la provincia de Ciudad Real de la mano del Ejército del Sur, comandado por el general Queipo de Llano, y el del Centro, del general Saliquet. El 27 de marzo de 1939, las tropas de Queipo tomaban Almadén: a partir de entonces, los ejércitos de ambos generales se extendieron por toda la provincia.
Dos días después, el 29 de marzo, las tropas victoriosas entraban en la capital, Ciudad Real, que sin embargo ya estaba controlada por sus simpatizantes. El día anterior, coincidiendo con la caída de Madrid, los quintacolumnistas de Ciudad Real habían salido a las calles y ocupado los edificios clave de la ciudad: las principales instituciones y medios de comunicación estaban en sus manos antes de que llegara el Ejército, lo que contribuyó a un traspaso del poder sin incidentes.
Autora: ACP