Los campos de concentración franquistas surgieron en las horas próximas a la sublevación del 18 de julio de 1936, y se fueron extendiendo con el avance del Ejército sublevado. Estos campos de concentración, según el historiador Javier Rodrigo, fueron centros de detención ilegal y extrajudiciales regidos por la administración militar y utilizados para internar y clasificar, sin juicio, a los prisioneros de guerra y evadidos republicanos. En un número menor de ocasiones, estos campos también albergaron a poblaciones civiles cuando la toma de un territorio implicaba la caída en bando sublevado de grandes masas de ciudadanos, así como a los refugiados de la Segunda Guerra Mundial procedentes de Francia.
De los 40 campos de concentración ubicados en Castilla-La Mancha gracias a las investigaciones de Carlos Hernández de Miguel, tres de ellos se encontraron en la provincia de Albacete, siendo los tres campos estables. De dos de ellos (Albacete y Almansa) no se conoce su ubicación precisa, mientras que del restante campo de concentración, situado en Hellín, sí se conoce su localización.
Del campo de concentración estable de Albacete, que operó entre el 30 de marzo y el 3 de noviembre de 1939, apenas se dispone de documentación. Controlado inicialmente por las tropas italianas del Corpo Troppe Volontaire (CTV), los prisioneros eran clasificados en la pedanía de Pozo-Cañada, y trasladados posteriormente a la plaza de toros, que había servido con anterioridad como centro de reclutamiento y entrenamiento de las Brigadas Internacionales durante la guerra. La plaza de toros se habilitó de manera provisional como campo de concentración para reorganizar a los prisioneros, y debido a la masificación que alcanzó, fue necesario otro establecimiento, sin identificar, que se usó de manera más duradera.
Autor: AVF