Los campos de concentración franquistas surgieron en las horas próximas a la sublevación del 18 de julio de 1936, y se fueron extendiendo con el avance del Ejército sublevado, como centros de detención ilegal y extrajudiciales regidos por la administración militar y utilizados para internar y clasificar, sin juicio, a los prisioneros de guerra y evadidos republicanos. Estos campos también albergaron a poblaciones civiles cuando la toma de un territorio implicaba la caída en bando sublevado de grandes masas de ciudadanos.
De los 40 campos de concentración ubicados en Castilla-La Mancha gracias a las investigaciones de Carlos Hernández de Miguel, 12 de ellos se encontraron en la provincia de Toledo, teniendo cinco de ellos un carácter provisional, 6 fueron campos estables e incluso uno de ellos, Talavera de la Reina, fue un campo de concentración de larga duración. Solamente se conoce la ubicación exacta de dos de estos campos, mientras que, de la mayoría restante, diez, no se conoce su ubicación o se conoce sin exactitud.
En Talavera de la Reina se encuentra el único campo de larga duración de Castilla-La Mancha, que se mantuvo en funcionamiento en la Fábrica de Sedas desde junio de 1937 hasta el 1 de julio de 1939, fecha en la que se convirtió en prisión. En el período previo al fin de la guerra, es decir, desde junio de 1937 hasta abril de 1939, mantuvo una media de 500 prisioneros; concluido el conflicto, superó los 2.300 prisioneros, al absorber tanto grandes masas de soldados republicanos como los prisioneros recluidos en la Casa de labranza de Valdehigueras, a 3 km de Talavera, que fue clausurado en junio de 1939. Tras la guerra, el otrora campo de concentración de la Seda pasó a ser prisión, encontrándose en 1940 más de 2.000 prisioneros.
Autor: AVF