Albacete fue, junto con Guadalajara y Toledo, una de las provincias en la que los jefes militares se comprometieron con la sublevación. En la capital, el golpe triunfó el día 19, mientras que en la provincia el éxito del golpe fue desigual.
En el caso de Hellín, las fuerzas de la Comandancia de la Guardia Civil se reunieron el mismo día 18 de julio en la casa cuartel de la localidad, apoyados por un grupo de falangistas. Por su parte, los miembros del Ayuntamiento y de fuerzas políticas leales a la República también se concentraron y repartieron armas, patrullando algunas calles y acudiendo el día 19 al cuartel de la Guardia Civil para evitar que se rebelasen. Sin embargo, los guardias estaban preparados para atacar a los asaltantes, así que estos se dispersaron, dejando el camino libre a que los sublevados se dirigieran al Ayuntamiento, detuvieran a sus integrantes y declararan el estado de guerra. El día 20 tenían controlada la situación, por lo que el capitán Serena Enamorado mandó a Albacete a parte de sus fuerzas.
Ante las noticias de que columnas de leales se acercaban a Almansa, los sublevados acudieron al cuartel abandonando el Ayuntamiento, que fue tomado por su antigua corporación. Una columna de Murcia acompañada de un avión alcanzó Hellín el 22 de julio: el comandante Molina se dirigió allí con una fuerza integrada por cien voluntarios que poco podían hacer frente a la superioridad de las fuerzas leales. Tras hacerse con algunos prisioneros y dos baterías, el comandante dio por perdido Hellín y se dirigió a Albacete para organizar allí la resistencia. Dos días después, partían de un ya definitivamente republicano Hellín parte de las tropas que tomarían la capital al día siguiente.
Autora: ACP