El 19 de julio, la Guardia Civil frustró el intento del gobernador civil, Manuel Pomares, de recoger las armas disponibles en la ciudad por parte de la guardia de asalto y consiguió llevarlas a la Comandancia de la Guardia Civil. Posteriormente fue declarado el estado de guerra y los sublevados tomaron el Gobierno Civil, clausuraron la Casa del Pueblo y demás sedes de partidos republicanos y obreros y se hicieron con puntos estratégicos de la ciudad, como los edificios de Correros, Telégrafos y Teléfonos, la estación de ferrocarril, los depósitos de CAMPSA y los puntos de entrada y salida
Los sublevados tuvieron que enfrentarse pronto al avance de las columnas republicanas procedentes de las provincias en las que no había triunfado el alzamiento, como Ciudad Real, Cuenca, Toledo, Alicante, Murcia, Valencia, Jaén y Madrid, y a los ataques de la aviación gubernamental, dirigida a la capital de la provincia desde la base de los Alcázares. Los aviones republicanos bombardearon la ciudad desde el día 22 de julio, causando víctimas entre la población civil. Mientras, las columnas gubernamentales avanzaban por la provincia y conquistaban los pueblos controlados por los rebeldes: el día 24 caían Villarrobledo y Chinchilla, lo que dejaba el camino libre a la capital, que fue alcanzada la mañana del 25. Los refuerzos prometidos por Franco no llegaron, el teniente coronel Chapuli se suicidó y Molina rindió a sus tropas en las primeras horas de la tarde. La ciudad había regresado a las manos del Gobierno tras haber pasado 7 días en manos de los sublevados, acontecimiento que fue muy celebrado en las filas republicanas por su importancia estratégica.
Autora: ACP