En la calle General Espartero (actualmente Toledo) se encontraba la Farmacia y el domicilio particular de Manuel Romero. En el edificio mantuvo escondidas a unas veinte personas, “desde una monja hasta varios desertores”, a quienes alimentó, cuidó y protegió durante toda la guerra. Además, también proporcionaba alimentos a diversas familias perseguidas que se habían quedado sin nada con la guerra y a las hermanas de la Caridad, expulsadas del Hospital Provincial. Manuel Romero, líder del partido Unión Republicana de la capital, que había mostrado su solidaridad con el Gobierno el 18 de julio de 1936, fue el primer organizador de la organización clandestina Quinta Columna, que se encargó de ayudar a los perseguidos más significados de la ciudad y a los presos de ideología conservadora, a los que procuraba por sus contactos un trato de favor. También destacó por sus actividades de espionaje, en relación estrecha con los servicios secretos franquistas, y de sabotaje en los tribunales médicos militares de la capital. A muchos jóvenes, Romero les suministraba medicinas o productos que alteraban momentáneamente su estado físico o les facilitaba el paso a la zona enemiga mediante expediciones organizadas a través de los Montes de Toledo. La libertad de acción que tuvo este personaje a lo largo de la guerra se debió tanto a ser presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de la provincia como por el respeto (y quizá miedo) que causaba ser hermano del responsable de la Casa del Pueblo de la capital, César Romero.
Autor: FAM
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