La fuerte represión que tuvo lugar al término de la Guerra Civil supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de la provincia de Ciudad Real, al igual que ocurrió en el resto de España. A ellos se unieron huidos de las cárceles franquistas, que fueron formando, hasta 1944, pequeñas partidas que actuaban con independencia y sin organización política.
En 1939 surgió por el extremo norte de Córdoba la partida de Eugenio Collado Rodríguez “Capitán Corruco” o “El Madrileño”. “Corruco” era de Santa Olalla (Toledo), donde había fundado el Partido Comunista. En la guerra fue conductor de blindados y piloto de aviación. Al terminar la guerra se desplazó hacia la zona de Almadén (Ciudad Real), Santa Eufemia y Belalcázar (Córdoba). En busca y captura, la Guardia Civil fusiló a su padre como venganza y su esposa, Josefa Garrido, murió en la cárcel a causa de las torturas.
Los primeros compañeros de “Corruco” fueron dos huidos de Badajoz: Fernando Maraña Falcón “El Joven” o “El Rubio” y Eusebio Liborio Lombardía “Lavija”, que luego serían dirigentes en la 2ª Agrupación de Ciudad Real. También le acompañó Dionisio Castellanos García “Palomo” (apresado en 1948 por la Guardia Civil en Malagón, convirtiéndose en confidente), así como “El Fiscal”, José Caballero “El Yamba” y su compañera Paulina Amaro Pachá.
Esta partida solía coincidir frecuentemente con los de “Lazarete”, sobre todo en el verano de 1941. Ambas partidas estuvieron juntas en la sierra de la Perdiguera (límite entre Ciudad Real y Córdoba) entre septiembre de 1941 y el verano de 1942. En este tiempo se produjo la temprana muerte de “Corruco”.
Autora: LPG