El Gobernador civil de Guadalajara, Miguel de Benavides, llevaba tiempo alertando de las posibilidades de rebelión de los jefes de la guarnición guadalajareña. Guadalajara era la única de las provincias castellano-manchegas que contaba con un regimiento militar. El coronel Francisco Delgado Jiménez, jefe del Regimiento de Aerostación, manifestó su apoyo a la Republica en las confuses jornadas del 19 y 20 de julio de 1936, pero mientras mandó una avanzadilla para asegurarse apoyos exteriores antes de sublevarse: al comprobar que marchaban hacia allí una columna procedente de Zaragoza y otra de Soria-Pamplona, Delgado dio la orden de comenzar la sublevación. Al cuartel habían acudido militares que estaban de permiso y civiles falangistas provenientes de pueblos de la provincia.
Fue el día 21 cuando los conspiradores dieron el golpe: acudieron a atacar el edificio del Gobierno civil, protegido por pocos policías y guardias de asalto, así como un capitán de la Guardia Civil: una compañía de este cuerpo, situada en el edificio inmediato y que supuestamente debía defender al gobernador, se abstuvo de hacerlo, mientras el teniente Coronel de la Guardia Civil se mostraba dubitativo. Los asaltantes detuvieron al gobernador civil y se adueñaron de la población, tomando los edificios clave como el Ayuntamiento, la Casa del Pueblo, la Central de Teléfonos y de Correos y Telégrafos.
El coronel Ildefonso Puigdendolas marchó hacia Guadalajara con tropas leales a la República y un contingente de milicianos anarquistas, precedido por un avión que lanzó proclamas llamando a la rendición de la ciudad. Tras un intenso bombardeo, las fuerzas de Puigdendolas entraron en la ciudad y Guadalajara pasó de nuevo a formar parte de la España republicana el día 22. En el resto del territorio de la provincia no hubo incidentes de importancia.
Autora: ACP