Durante la Guerra Civil la zona de Brihuega se alzó como uno de los enclaves castellano-manchegos más relevantes por haber sido escenario, en marzo de 1937, de un significativo enfrentamiento entre el Ejército Republicano y el Corpo Troppe Volontarie que Mussolini envió a España para brindar apoyo a las fuerzas nacionales. Un enfrentamiento desenvuelto en unas condiciones meteorológicas extremas, concebido por los sublevados como la llave de acceso para ocupar la capital de España por el noroeste, pero frenado con la victoria republicana en ese territorio de Guadalajara.
Por situarse en el frente, Brihuega sufrió cuantiosos daños. Cabe recordar que la localidad vivió su esplendor en el siglo XIII, cuando el arzobispo Jiménez de Rada ennobleció este señorío de la mitra toledana con un rico patrimonio eclesiástico, entre el que se cuenta la iglesia de San Miguel: un templo empleado en la Guerra como almacén y garaje, entre otros usos, que perdió en ese contexto su cubierta originaria, su retablo mayor y un magnífico sepulcro gótico de un clérigo sin identificar. Un sepulcroque, el 5 de mayo de 1938, la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico de Madrid en Guadalajara encontró mutilado, ya sin su estatua yacente.
Con el tiempo, sucesivos estudios han dado por desaparecido ese sepulcro a raíz del conflicto; sin embargo, fuentes gráficas y testimonios escritos de amantes del arte alcarreño anteriores a la contienda nos han permitido hallar su estatua yacente y un escudo heráldico del cenotafio en el Museo Arqueológico Nacional, donde se le ha atribuido procedencia segoviana a la efigie erróneamente y desconocida al escudo. Este monumento funerario, de fines del siglo XV, adscrito estilísticamente a la escuela escultórica de Sebastián de Toledo y labrado en rico alabastro, constaba de una espléndida cama sepulcral ornada con elementos vegetales, blasones y leones con sentido apotropaico que servía de base a la imagen yacente, ataviada ricamente de pontifical para recuerdo póstumo, acompañada de un can a los pies, símbolo de fidelidad.
Autora: S.M. C.