Desde 1940 se movieron por la provincia de Cuenca huidos de los campos de trabajo y de las cárceles. No eran demasiados cuantitativamente, pero sí destaca el hecho de que estos lugares de represión fueron el foco que permitieron establecer relaciones entre los represaliados que se unirían a la guerrilla.
Los maquis que consiguieron sobrevivir y asentarse en las sierras de Talayuelas, en los límites provinciales entre Cuenca y Valencia, establecieron una amplia red de enlaces y puntos de apoyo. A ellos se sumaron hombres de la comarca valenciana Requena-Utiel. Consiguieron la colaboración de los vecinos de Santa Cruz de Moya, sus aldeas (La Olmeda, Higueruelas y Las Rinconadas) y sus rentos (Orchova y La Casa del Marqués). Estos guerrilleros se establecieron en campamentos estables que conformaban en torno a chabolas de madera y piedras cubiertas de ramas, así como refugios en cuevas.
Al mismo tiempo, se estableció la lucha contra el maquis en la provincia de Cuenca, a cargo de la 201ª Comandancia de la Guardia Civil, con cuatro compañías situadas en Cuenca, Tarancón, Motilla del Palancar y San Clemente, que a su vez tenían varias líneas cada una, con puestos y destacamentos. Sería en 1946 cuando se constituyeron grupos móviles que actuaban al modo de contraguerrillas. La Guardia Civil tuvo carta blanca para la represión y eliminación de la guerrilla, por eso no dudó en aplicar la ley de fugas y las torturas a los detenidos y sospechosos de colaboración con la guerrilla.
Autora: LPG