El 25 de julio, la radio del bar Molina traía a los rodenses la noticia de que en la provincia de Albacete se había derrotado la sublevación. Como consecuencia, la multitud salió a la calle a pedir la liberación de las personas encerradas en la cárcel por los sublevados, que se produjo inmediatamente.
A unos presos, sin embargo, sucedieron otros. Las milicias en armas, a las órdenes del Comité de Salud Pública que acababa de formarse, recorrieron las calles deteniendo a simpatizantes de la sublevación, personas de derechas, terratenientes, propietarios y religiosos: todos ellos considerados como enemigos. Hasta 170 personas fueron encerradas en la cárcel del Ayuntamiento y la de la casa-cuartel de la guerra civil, pero también otros espacios que fueron habilitados como prisiones como la Iglesia, la estación de ferrocarril, las escuelas o la casa de la Condesa de Villaleal.
Varios de estos presos fueron “sacados” – es decir, extraídos de las prisiones y fusilados – a lo largo de las primeras semanas de la guerra, de uno en uno o en grupos poco numerosos, y a cargo de grupos de milicianos no coordinados entre sí. La saca del 23 de agosto de 1936 fue, sin embargo, un ejemplo de coordinación entre el Comité de Enlace- heredero del de Salud Pública – y los milicianos de Quintanar de la Orden (Toledo). Ese día se sacaron 77 presos de la prisión de La Roda y de la Iglesia, y bajo el pretexto de que iban a ser trasladados a Albacete se les condujo a Quintanar. Allí se fusiló a 24: los asesinatos iban a ser continuados al día siguiente cuando José Papí, gobernador civil de Albacete ordenó su detención inmediata y el traslado de los 53 restantes a la capital para su salvaguarda.
Autora: ACP