Aunque el 1 de abril de 1939 el general Francisco Franco daba por terminada la Guerra Civil, la paz estuvo muy lejos de llegar al país. La fuerte represión supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de la provincia de Toledo, al igual que ocurrió en el resto de España. A ellos se unieron huidos de las cárceles franquistas, que fueron formando, hasta 1944, pequeñas partidas que actuaban con independencia, sin organización política y, en un primer momento, por pura supervivencia. Sus principales actuaciones se centraron en el robo en casas de campo para proveerse de alimentos, dinero y armas y, en ocasiones, secuestraron a personas adineradas para cobrar el rescate y comprar determinados productos a sus enlaces.
Con el propósito de impulsar la lucha antifranquista en las sierras próximas a Los Yébenes, los dirigentes comunistas convocaron a varios jefes de guerrilla en una reunión en la Casa Serijo, propiedad de un ganadero apodado “Tío Grillera” que, detectado por una contrapartida de la Guardia Civil, se vio obligado a revelar el día de la reunión.
La contrapartida, dirigida por el cabo Eladio García Vera López, preparó una emboscada el 26 de febrero de 1945, que causó las muertes de los guerrilleros Manuel Murillo Urado “Barbero” y Gabino González Castillo “Gabino”, natural de Villarta de los Montes. En el tiroteo también resultados heridos los guardias civiles Dionisio Ávila y Amador Pardomingo. La muerte de estos guerrilleros fue trascendental para el desarrollo de la guerrilla, pues el deseo del PCE de potenciar la actividad guerrillera en los Montes de Toledo quedó paralizado de forma brusca.
Autora: LPG