La fuerte represión que tuvo lugar al término de la Guerra Civil supuso que muchos militares republicanos buscaran refugio en las zonas montañosas de la provincia de Ciudad Real, al igual que ocurrió en el resto de España. A ellos se unieron huidos de las cárceles franquistas, que fueron formando, hasta 1944, pequeñas partidas que actuaban con independencia, sin organización política y, en un primer momento, por pura supervivencia.
A lo largo de 1941 la Guardia Civil logró varios éxitos en su lucha contra los huidos en los Montes de Toledo. El 11 de febrero, un cazador furtivo descubrió un hilillo de humo que salía del campamento de los huidos de Menasalbas, cerca de Retuerta del Bullaque (Ciudad Real). Las fuerzas de seguridad rodearon el campamento y dieron muerte a Saturnino Gómez “Margallo”, mientras que el resto escaparon ilesos.
Los huidos decidieron huir a Portugal e intentar llegar a Hispanoamérica. Entre ellos estaban “El Arricusqui”, “Trascanta”, “El Aceitero” y “Mariblanca”. Algunos de ellos lograron entrar en Portugal, pero solo Eusebio García “Porrones” consiguió viajar a Venezuela. “Arricusqui” fue detenido y condenado el 20 de agosto de 1942 a treinta años de cárcel. De “Trascanta” y “Mariblanca” no se supo nunca más.
De los que no consiguieron llegar a Lisboa, algunos regresaron a los Montes de Toledo, como fue el caso de “El Aceitero”, que se ocultó en las sierras próximas a San Pablo de los Montes. Moriría finalmente el 28 de julio de 1945 en la finca Cabañeros de Retuerta del Bullaque (Ciudad Real). El único superviviente fue José Manzanero, que permaneció solo durante casi un año en los montes y más tarde se ocultó en su pueblo, durante tres años.
Autora: LPG