A mediados de 1937 la República pasaba por un momento complejo, sobre todo desde el punto de vista militar y estratégico. A la debilidad republicana se unía el avance de las fuerzas rebeldes. En los frentes crecía la incertidumbre y las actitudes derrotistas, al mismo tiempo que en las retaguardias aumentaban informaciones sospechosas, actividades clandestinas y enemigos encubiertos que podían suponer un peligro para los intereses gubernamentales. En este contexto, Indalecio Prieto creó el 29 de agosto de dicho año el Servicio de Información Militar. En un principio, fue concebido como servicio de contraespionaje militar, pero, con el tiempo, se convirtió en una especie de policía autónoma.
En Cuenca existió un Destacamento dependiente de la Demarcación del Ejército del Centro, en contacto con Madrid y otros elementos de los pueblos de la provincia. Sus agentes trataron de desarticular redes y actividades quintacolumnistas, obtener información de los servicios franquistas y localizar infiltrados en los cuerpos del Ejército para su represión. Se componía de, al menos, una docena de personas y sus dirigentes fueron Manuel Saavedra de la Peña y Félix Arellano González. Contó con varias dependencias y cárceles propias en la ciudad, dependiendo del momento. Una de ellas se localizaba en el número 10 de la antigua calle General Lasso, actual San Juan, donde años atrás había residido el Gobierno Civil. Las oficinas del SIM funcionaron en este lugar en los últimos compases del conflicto. Sus sótanos, empleados como celdas, aún conservan inscripciones en la piedra original de los allí presos. El alcance de los interrogatorios y las torturas es difícilmente evaluable, aunque se tienen pequeñas referencias documentales. El catalán José Alegret Torm, fue azotado con correas y encerrado, alternativamente, en una celda fría y otra caliente como medios de extorsión.
Autor: SNC