El Banco de España construyó su flamante sucursal en la actual Plaza del Pilar en 1904, según el proyecto del famoso arquitecto Sebastián Rebollar. La plaza de convirtió en el centro bancario de la capital, con grandes edificios pertenecientes al Banco de España, Banco Central y Banco Español de Crédito. Durante la guerra, las reservas de la sucursal del Banco de España en Ciudad Real aumentaron considerablemente hasta que tuvo que entregarlas al Estado para el sostenimiento de la guerra. El incremento vino en primer lugar por el traslado de las reservas del Banco de España de Don Benito, ante el peligro que corría esta ciudad extremeña por el avance de las tropas del general Franco hacia Madrid. Posteriormente, el banco se encargó de recoger todo el oro, divisas y valores extranjeros en manos particulares, según la normativa oficial del Gobierno republicano. Más tarde, se obligó a entregar en depósito todas las joyas, piedras preciosas, perlas o metales preciosos. Además, las sucursales bancarias de la ciudad sufrieron numerosos quebrantamientos de depósitos y de cuentas corrientes que fueron a parar al Banco de España. También fueron frecuentes las “aportaciones voluntarias” de las clases más acomodadas de la ciudad, a las que se obligó continuamente a donar dinero o bienes para el sostenimiento del Ayuntamiento, Diputación Provincial y otras necesidades públicas. Muchos de esos donantes fueron asesinados en diciembre de 1936, cuando ya prácticamente se habían quedado sin bienes que ceder. Al finalizar la guerra quedó en las sucursales del Banco de España en Ciudad Real y Valdepeñas un remanente de pesetas considerable: 277.638.937 y 197.982.270, respectivamente.
Autor: FAM
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